Haciendo el Bien



Llama poderosamente la atención, lo escrito en el libro de Proverbios 3:27 “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo”; pues si bien es cierto, que nos insta a hacer el bien y ayudar a la persona que en ese momento necesita de nuestro apoyo, hace una muy interesante aclaración: “… a quien es debido…”

Esto me hace reflexionar sobre esa palabra en particular, y he llegado a la conclusión que no necesariamente debemos tender la mano a cualquier persona que nos la solicita, sino a aquellos que realmente necesitan de nuestra ayuda.

Es decir, debemos hacer una diferenciación positiva.

Por ejemplo, en muchas ocasiones, nos encontramos ante el escenario de una persona con evidente necesidad, pero que la misma es el resultado de las drogas o el alcohol, y que sin duda alguna utilizará el dinero que tú le des para comprar más sustancia que sustente su vicio.

Otro ejemplo es encontrar a un niño o niña pidiendo dinero en las calles, para nadie es un secreto que a nivel general la niñez en mendicidad infantil es manipulada por personas malvadas e inescrupulosas para obtener dinero, y que incluso les imponen cuotas de dinero, y si no las llevan, son terriblemente golpeados y maltratados; y aún, cuando cumplen su cuota, siempre son tratados de manera inhumana.

Entonces, ¿qué hacer?

Si les brindamos ayuda monetaria, estaremos contribuyendo al nauseabundo círculo que les envuelve, pero, si les brindamos un apoyo diferente, estaremos ayudándoles directamente.

¿Qué es pues ese otro tipo ayuda?

Es el apoyo que damos en forma de alimentos, vestuario, calzado, tiempo como voluntarios, etc etc.

Esa es una forma positiva de ayudar y cumplir con los mandamientos dejamos por Nuestro Señor Jesucristo, y ser instrumentos de su paz y su amor.

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