Sanidad


Al observar cómo se describen las acciones de nuestro Señor Jesucristo en los 4 evangelios de la biblia, se evidencia que durante los 3 años que duró su ministerio aproximadamente, la mayoría eran milagros de sanidad.

Por ejemplo, cuando sanó a un leproso (Mateo 8:1-4),  al siervo de un centurión (Mateo 8: 5-13),  a la suegra de su discípulo Pedro (Mateo 8:14-17), a un paralítico (Mateo 9:1-8), a dos ciegos (Mateo 9: 27-31), al hombre de la mano seca (Mateo 12:9-14),  a todos los enfermos de los pueblos de Getsemaní (Mateo 14:34-36), Galilea (Mateo 15:29-31) y Genesaret (Marcos 6:53-56), a un muchacho lunático (Mateo 17:14-21), a la hija de Jairo y a la mujer que tocó su manto (Marcos 5:21-43), a un sordomudo (Marcos 7:31-37),  al ciego Bartimeo (Marcos 10:46-52), aun hidrópico (Lucas 14:1-6),  a diez leprosos (Lucas 17: 11-18),  un ciego de Jericó (Lucas 18:35-43), al hijo de un noble (Juan 4:43-51), a un ciego de nacimiento (Juan 9:1-12) e incluso resucitó a Lázaro (Lucas 11:38-44).

Pero, ¿porqué nuestro Señor Jesucristo, dedicó tanto tiempo a sanar?

Si consideramos, que una enfermedad es una alteración leve o grave del funcionamiento normal de un organismo o de alguna de sus partes debida a una causa interna o externa; y que, dependiendo de su gravedad, puede afectar todas las áreas de nuestra vida, creo que su corazón fue conmovido para que las personas sanadas tuvieran una mejor calidad de vida; sin embargo, no considero que ese fuera el propósito principal, sino más bien el de enseñarnos, que a pesar de los estragos que hacen en nuestras vidas las decisiones erradas (tomadas o no conscientemente) y que son conflictivas con los preceptos establecidos por el Eterno, Él puede sanarnos, no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestra alma.

Pues en Isaías 53: 5 encontramos "Más Él  herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados".

Al morir Jesucristo en la cruz del calvario y derramar su preciada sangre, no sólo salvó nuestras almas de la condenación eterna, sino que además, nos abrió la posibilidad de ser sanados de cualquier enfermedad por su divina misericordia.

Únicamente, hay dos pequeños detalles para que esta sanidad se haga efectiva. La primera es la fé que tengamos y que esta sanidad esté dentro de los propósitos del Altísimo para nuestras vidas.

Si tú o alguna persona preciada para tí, se encuentra atravesando un momento de dura enfermedad, puedes acercarte confiadamente, con súplica y fé a los pies del Todopoderoso y pedirle que por la sangre de su unigénito hijo te sane.

Tengo la certeza, que en su abundante misericordia, Él oirá tus oraciones y mirará tus lágrimas, será movido a misericordia y realizará en tu vida el milagro que necesitas.

Recuerda, Él te ama de tal manera que nuestra mente finita no puede comprenderlo, Él te muestra su amor cada día, en cada respirar; y si bien es cierto jamás prometió que viviríamos sin enfermedades o dolor, sí prometió que estará junto a nosotros para atravesar esos momentos difíciles.

Y sea cual sea la obra que el Eterno haga en tu vida, o la respuesta que recibas, ten presente que nunca te abandonará, estará junto a tí siempre, limpiará tus lágrimas y quitará tu dolor.

Confía en Él.

Aunque no comprendas sus preceptos e incluso tú no estés de acuerdo, siempre al final del camino, su amor se hace manifiesto para tí a cada instante y podrás ver como en medio de las enfermedades, del dolor y de las vicisitudes de la vida, su mano amorosa te sostiene.

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