El mandamiento


En el evangelio de San Juan 15:12 encontramos que nuestro Señor Jesucristo nos dejó un precepto "Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado". Llama poderosamente la atención que antes de indicar este precepto, Él expresó cómo había guardado los mandamientos del Padre y cómo de la forma en que el Padre le amaba, nos había amado a nosotros.

Él predicó con su ejemplo, demostrándonos que el mandamiento que nos dejó puede ser  respetado por cada uno de nosotros.

Ahora bien, ¿qué significa exactamente que nos amemos unos a otros?

Sin duda alguna parte de su significado es que debemos ser tolerantes, pacientes, y perdonar a nuestro prójimo sinceramente y sin guardar ningún tipo de rencor; debemos amar de la misma forma en la que nos amamos a nosotros mismos.

Al conocer este precepto, debemos preguntarnos concienzudamente ¿Estoy respetando este mandamiento dado por nuestro Señor Jesucristo? ¿Estoy amando a mi prójimo de la misma forma en que me amo a mí?

Empezaré por comentar ¿quién es tu prójimo? Tu prójimo son aquellas personas que están próximas a ti en cada uno de los aspectos de tu vida, como por ejemplo, los miembros de tu familia, compañeros de trabajo, etc.


Una vez clarificado esto, se comprende que debemos amar como nos amamos a nosotros mismos a quienes nos rodean.

Tomando en consideración el mandamiento, ¿porqué insistimos en tratar mal a quienes nos rodean? ¿Porqué somos tan poco tolerantes? ¿Porqué somos indiferentes ante su sufrimiento? y más aún ¿porqué denigramos, ofendemos y despreciamos a otros por razones materiales, raciales o ideológicas?, llegando incluso a tener este tipo de actitud con los miembros de nuestra propia familia.

Es un deber ineludible como seres humanos respetar, tolerar, comprender y empatizar con quienes nos rodean, y con quienes aunque sea un instante compartimos espacio; debemos tener siempre en cuenta que todos llevamos cargas, algunos más pesadas que otras, incluso, algunos están en plena guerra de vida, otros pasando por el fuego y muchos otros reponiéndose de sus heridas. Una palabra amable puede dar luz a su día.

El Altísimo, nos amó de tal manera que no importó que tuviésemos millares de defectos, Él siempre se mostró paciente ante nuestras imperfecciones y nos comprendió mejor que cualquiera, incluso mejor que nosotros mismos. Entonces, ¿porqué no le imitamos?.

Sé paciente, tolera, respeta, comprende, empatiza, ama a tus prójimos.

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