Perdón de Dios
Habrán momentos en nuestras vidas, en los cuales nos sentiremos indignos de estar en la presencia de nuestro Dios, de elevar incluso una pequeña oración y únicamente querremos estar solos porque nos sentimos sucios; todo ello producto de nuestras propias acciones, al realizar algo que sabemos que es incorrecto pero que igual lo hacemos.
El rey David, atravesó por estos momentos hace ya mucho tiempo, y en Salmos 51: 1-2 quedó plasmada su oración: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado". Asimismo, reconoce que sus acciones han sido en contra del Altísimo cuando expresa: "Contra tí, contra tí solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos..." Salmos 51: 4. Y pide al Eterno en su angustia: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu Santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente" Salmos 51: 10-12.
Como podemos observar, todos esos sentimientos los vivenció el rey David, llegando a una angustia tal, que sus expresiones calan en nuestros huesos y nos sentimos identificados con ellos.
Entonces, ante esta situación, ¿qué responde el Todopoderoso? Él te dice: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" Isaías 1-18. Y añade: "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor a mí mismo, y no me acordaré de tus pecados" Isaías 43: 25.
¿Cómo es que tenemos esta inmensa misericordia? Toda esta gracia, misericordia y perdón es por medio de Nuestro Señor Jesucristo, Efesios 1:7 dice: "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia" y en 1 Juan 1:7 "... Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado".
Así que cuando hayan momentos en los que sientas que no mereces siquiera elevar una oración al Altísimo, recuerda que Él espera por tí, te ama de manera tan inmensa que si reconoces que has errado y le has fallado, Él te recibirá siempre. Debes recordar que está a tu lado y nunca te abandonará. Puedes consolarte en sus brazos, tal cual hijo busca refugio en su padre cuando se siente mal.
Dios te ama, no lo olvides.
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