El amor de Dios
1 Juan 3:1 expresa: "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios..." Esto me hace pensar en las relaciones que como hijos e hijas tenemos con nuestros padres, madres o aquellos que nos han criado.
Estas relaciones están caracterizadas por la cercanía que tenemos con ellos, el amor que nos profesamos mutuamente, las correcciones y disciplinas que nos hicieron en su momento con el afán de que aprendiésemos a andar por esta vida adecuadamente cuando ellos ya no estén junto a nosotros. Incluso, si ya tenemos hijos comprendemos más aun ambos papeles.
Teniendo esto en mente, me pregunto ¿qué tipo de relación tienes tú con Dios? y más importante todavía ¿cultivas algún tipo de relación personal con Él?
La relación de Dios con cada uno de nosotros es particular y ninguna se parece a la otra, sino que depende de cómo confiemos en nuestro corazón, la fe que tenemos en Él, lo cómodos que nos sentimos junto a Él y el amor que a través de nuestras palabras y acciones le expresamos.
En mi caso particular, trato al Altísimo como mi padre, para mí esa figura representa y he procurado tratarle como tal.
Tengo que admitir que no siempre le honro como debiera, ni tampoco le dedico el tiempo que merece, incluso en ocasiones me he alejado de Él; y a pesar de todo eso, tal cual padre que ama a su hijo Él siempre está allí para recoger mis pedazos cuando me han lastimado como resultado de mis propias acciones y decisiones.
El amor que el Eterno tiene por cada uno de nosotros es semejante al amor de un padre o madre, tanto así ha sido su amor que nos ha hecho hijos suyos sin importar que seamos indignos de tal amor y que incluso lleguemos a despreciar tan hermoso sentimiento.
Nuestra mente finita y limitada quizás no entienda cómo es posible un amor de tal magnitud, pero si permitimos que Él entre a nuestras vidas, a nuestro corazón podremos tener un atisbo de ese cálido amor.
Cuando su amor inunda nuestros corazones sana toda herida, limpia nuestras culpas y nos da una tremenda paz, ésa paz que únicamente puede obtenerse al acercarnos al Altísimo. No importa las condiciones en las que te encuentres, ni si te sientes el pecador más grande del mundo o alguien que no merece un poco de amor y felicidad en su vida; incluso, no importa qué hayas hecho en el pasado, su amor puede alcanzarte y sostenerte.
Sólo eleva una pequeña oración al Eterno, reconócelo como tu Dios, pídele que entre en tu corazón y obre en él según su misericordia. Si no sabes cómo hacerlo, te dejo un ejemplo: "Señor Jesús, yo te recibo hoy como ni único y suficiente salvador personal, creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día, me arrepiento, soy pecador, perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar a su hijo a morir en mi lugar, gracias Jesús por salvar mi alma hoy, en Cristo Jesús, mi salvador, amén".
O simplemente hazlo a tu manera.
No importa cómo lo hagas, lo importante es que empieces una relación con Él. Su amor infinito está siempre disponible para ti. Y este amor, amigo/a mío es incondicional, te acepta tal cual eres y no te rechazará jamás.El
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