Siempre junto a tí
Durante el transcurso de nuestras vidas, habrán momentos en los cuales nos vamos a sentir solos, como si estuviéramos en el fondo de un enorme agujero negro, incluso podemos llegar a sentir que no logramos conectar ni por medio de la oración con Dios; es esa sensación de vacío, como si Él nos hubiese abandonado o simplemente no está presente.
Es entonces, que viene a mi mente una porción de la biblia, donde encontramos palabras muy poderosas... una promesa. "... Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" Mateo 28:20. Estas palabras, esta promesa no la dijo cualquier ser humano que puede faltar a su palabra; estas fueron pronunciadas por nuestro Señor Jesucristo.
No podemos evitar sentirnos abandonados -aún cuando estamos rodeados de muchas personas- al atravesar momentos dolorosos o crisis en nuestras vidas, pero sí podemos recordar estas palabras para alimentar nuestra esperanza y fe.
Hace algunos años, pasé una de las más grandes crisis de mi vida, donde la vida de un ser extremadamente querido estuvo en peligro a tal grado que los médicos ya habían expresado que no existía posibilidad alguna de recuperación. Sentí que todo a mi alrededor se derrumbaba y por fin entendí la frase "se me vino el mundo encima".
Esos días fueron tan angustiantes que no lograba siquiera elevar una pequeña oración al Altísimo, simplemente no podía; las lágrimas no salían, solo me encontraba en un estado emocional ausente.
Recordé entonces que en mi infancia, mi madre me había dicho que habrían momentos en mi vida en los que no podría orar, y cuando eso sucediera me sentara en un lugar solitario, tomara lápiz, papel, escribiera una carta al Eterno y después la quemara e imaginara cómo esta llegaba hasta el cielo. Así lo hice.
Puse mi alma en esa carta que escribí, mi dolor quedó plasmado en esas letras; honestamente no recuerdo exactamente qué escribí, pero sí recuerdo la petición que hice y la señal que pedí. Dios no se hizo esperar, al día siguiente la señal me fue dada y sentí como que un peso se quitó de mis hombros, sentí la presencia del Altísimo y por fin después de mucho tiempo pude hablar con Él.
Mi ser extremadamente querido regresó a casa, ha tenido un proceso de rehabilitación increíble y no quedó alguna severa secuela en su salud.
Entonces ¿Estuvo Dios conmigo durante todo el tiempo que no lo sentía? ¿Ésa sensación de abandono, vacío y soledad era producto que Él me había dejado?
Sin duda alguna la respuesta es NO; Él estuvo y está siempre presente; el problema es que nosotros somos los que -debido a diferentes razones- no logramos sentirlo, Él jamás nos abandonará, lo ha dicho, lo ha prometido y no faltará a su palabra.
He tenido muchos momentos de tristeza y soledad, en los que he sentido como si el Altísimo me ha dejado, pero recuerdo la promesa que Él hizo, y creo firmemente que está junto a mí de la forma en la que también está junto a tí.
Él nunca nos ha abandonado, su amor hacia nosotros es tan inmenso que nos resulta totalmente incomprensible, pero es así. Nos ama y desea que entendamos que no importa la situación que estemos pasando, siempre su amorosa presencia estará allí, a pesar que no logremos sentirlo.
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