¿Escucha Dios tu oración?


Hay un versículo bíblico por demás interesante, que cita las palabras del Rey David "En mi angustia invoqué  a Jehová, y clamé a mi Dios; Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó a sus oídos" 2 Samuel 22:7 . Estas palabras son parte de un cántico que compuso cuando Jehová le libró de sus enemigos.

Eso me lleva a preguntarme, ¿en algún momento de tu vida te has preguntado si Dios escucha tus palabras cuando elevas tu oración a Él?

Yo aveces me lo preguntaba, y en este momento puedo decir firmemente que sí, el Eterno siempre nos escucha, no importa en qué momento de la vida te encuentres, o si te has alejado de Él; ten por seguro que te va a escuchar.

Si llegase a decir que el Altísimo no escucha sería una mentira, pues en carne propia he experimentado cómo Él responde, y déjame decirte que aveces responde a tus peticiones con un "sí", un "no" o un "espera".

¿Porqué estas respuestas? Cuando hablamos con Dios y exponemos nuestras peticiones ante Él, debemos comprender que tal cual padre hace con sus hijos, no siempre dirá que sí a cada una de nuestras peticiones. Existen algunas peticiones que hacemos que no nos beneficiarán en el futuro o simplemente no es apropiado para el plan personal que Él tiene para ti y por eso nos responde que "no"; en otras, las peticiones son acordes a su voluntad y misericordia y responde "sí"; y finalmente, algunas serán respondidas en el futuro porque en ese momento no es apropiado y responde "espera".

En mi experiencia personal, he recibido muchos "no", "sí" y "espera", aveces no entiendo su voluntad o no comprendo porqué me dice que no o me deja en espera; y siempre, con el correr de los años me doy cuenta del porqué.

Dentro de estas experiencias, también el Eterno me ha respondido con increíble rapidez sin hacerse esperar; la más relevante fue en un momento de increíble angustia. Sobre esta situación he escrito con anterioridad.

Fué durante el tiempo que la vida de mi familiar más amado corrió peligro, recuerdo ese día como si hubiese sido ayer... Su cuerpo tendido en la camilla de ambulancia, junto a ella una enfermera y un doctor que me dijo: "la hemos perdido, lo siento mucho", al tiempo que le decía al conductor que diese vuelta porque ya no tenía sentido ir al hospital; la imagen de mi hermana y el conductor bajándose de la ambulancia para arrodillarse en el asfalto calientísimo y orar al Altísimo por esa vida preciada para nosotros; el cielo completamente nublado, mi oración en ese instante mientras las primeras lágrimas se atoraban por querer salir de las puertas de mis ojos que se resistían a dejarlas brotar "por favor devuélvela, no por mí, que ya estoy grande, por mis hermanos pequeños, Padre si me la vas a devolver, haz que el cielo se despeje"... No había terminado de decir la última palabra en mi mente cuando el cielo se despejó, me giré y le pedí al médico que una vez más golpeara su pecho y él lo hizo, instantes después gritó al conductor a todo pulmón "¡tenemos pulso, vámonos!". Todo esto sucedió en segundos que sentí milenios.

En nuestra angustia, el Altísimo inclinó su oído, nos escuchó desde los cielos y movido a misericordia nos respondió.

Ten la certeza que Él te escucha, te escuchará siempre. Su amor es increíblemente inmenso, tanto así que aunque no lo merecemos Él inclina su oído y nos responde.

Recuerda lo que dice Hebreos 4:16 "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro".  Sólo acércate a Dios, Él te escucha, Él te ama inmensamente y no te rechazará

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