Todo tiene su tiempo
En este mundo donde todo se ha vuelto desechable y la necesidad de tener todo en el instante que se desea, ha desencadenado niveles mayores de frustración y ansiedad en las personas. Reflexionando sobre esto, encontré que Eclesiastés 3:1 dice: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora".
Si vemos a nuestro alrededor, nos damos cuenta que la vida se vive de forma acelerada, te dicen que a cierta edad ya tienes que tener carro, casa, estar casado/a, tener hijos, un trabajo estable, y la lista continúa interminable.
Pero la verdad es que cada vida es distinta, única y su tiempo diferente; cada uno debe vivir su vida en plena libertad de esas cargas innecesarias que te quiere imponer la sociedad, como si vivir la vida fuese estandarizado.
Dios en su eterna sabiduría e inmenso amor, nos habla una vez más y nos dice que no debemos desesperarnos ni frustrarnos, sino que existe tiempo para cada cosa, y este tiempo no es necesariamente el mismo que para otros.
Si nosotros nos volvemos capaces de entender que para todo hay tiempo y aún más importante que El Eterno nos tiene en sus amorosas manos y sabe qué cosa nos conviene en su tiempo; nos liberaremos de esa angustia y desesperación que no nos permite vivir el presente y disfrutar de las bendiciones que Dios nos da en este momento.
¡Cuantas vidas he visto complicarse por el simple hecho de que han tomado decisiones apresuradas y desesperadas por cumplir parámetros sociales; sin haber vivido el hoy y disfrutado el regalo dado del presente!
Debes recordar que Dios te ha dado tu propio tiempo, y si confías en Él no debes seguir complicándote ni desesperándote; tienes que aprender a vivir el hoy, el presente que con tanto amor el Eterno te ha dado, y disfrutar las bendiciones que te da día con día.
Ten siempre presente que Dios te dará aquello que pides cuando estés preparado para ello; recuerdo que hace muchos años yo deseaba desesperadamente un vehículo, y me entristecí mucho porque no podía tenerlo. Tiempo después comprendí que no estaba preparado para tenerlo.... ¡ni siquiera sabía manejar, no tenía licencia, ni donde guardarlo y mucho menos tenía dinero para darle mantenimiento!
Una vez llegué a esa comprensión, como acto de fe y confianza en Dios, empecé a prepararme; el Eterno me proveyó de un empleo, aprendí a conducir, saqué mi licencia y un año después Él me dio mi vehículo.
Así que no desesperes, no sé que estarás deseando; pero sí sé que todo tiene su tiempo, cuando estés listo/a Dios te proveerá no importa si es algo material, espiritual o emocional. No te compliques queriendo cumplir parámetros sociales, no sufras innecesariamente y confía en Él plenamente.
El amor de Dios por ti es tan grande que siempre procura tu bienestar, sólo confía.
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