¿Cumples tus promesas?
Hay un texto bíblico, en el libro de Eclesiastés 5:4-6 que dice: "Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?".
Se nos ha enseñado que Dios, es un Dios de pactos, a quien nosotros podemos acudir cuando nos encontramos angustiados, afligidos, tristes, felices, o simplemente hablar con Él, teniendo la certeza -por medio de la fé- que Él nos escucha.
No escribiré sobre los momentos de alegrías, sino sobre aquellos momentos en la vida en que estamos realmente desesperados y tremendamente angustiados, ya sea por razones externas a nosotr@s o como simples -pero realmente desagradables- consecuencias de nuestras propias decisiones.
En general, cuando nos encontramos en estos momentos, solemos orar /rezar/ hablar con Dios, y pedimos ayuda para salir de la situación en la que nos encontramos y además en nuestras oraciones prometemos a Dios que haremos X o Y cosa, comprometiéndonos a cumplir, sin detenernos a pensar si realmente lo haremos, sino que en medio de la angustia prometemos cosas que probablemente no cumpliremos.
A la luz de ése verso bíblico es evidente que a Dios le desagrada esta situación, y aunque es indudable que Él nos comprende y nos ama infinitamente, si nosotr@s hacemos una promesa debemos cumplirla.
¿Recuerdas qué se siente cuando te prometen algo y no te cumplen? ¿Cuántas veces has prometido algo a alguien y no cumpliste? ¿Cuántas veces prometiste a Dios y ni siquiera te acordaste de ésa promesa?
Recuerdo que en mi infancia, un tío me prometió una bicicleta si llegaba a aprenderme el Salmo 91, me esforcé mucho para aprenderlo bien - tenía aproximadamente 8 años - y esperé con ansias la llegada de ésa persona para mostrarle que lo había aprendido y obtener la bicicleta que tanto deseaba.
Por fin llegó ese día, mi tío regresó de su largo viaje y con mucha ilusión, alegría y triunfo le recité completo el Salmo 91, una vez lo terminé esperaba que él cumpliese la promesa... no lo hizo... y aún me acuerdo de que no lo cumplió, sentí que jugó con mis sentimientos y mis anhelos de infancia, sin contar con el hecho que me decepcioné muchísimo y no volví a creerle.
Por eso, ahora, que ya soy una persona adulta, si llego a prometer algo a algún niñ@ procuro cumplirle y si no, simplemente no me comprometo; así evito que esa pequeña personita tenga los sentimientos que tuve en aquellos años.
Debo decir que sin duda agradezco a mi tío por haberme motivado a aprenderme el Salmo 91, pues desde entonces jamás lo he olvidado, ya que me ha sido de mucha ayuda y consuelo en momentos de tristeza y desesperación.
Así que tomando en cuenta todo esto, cuando nos encontremos realmente desesperados o angustiados y prometamos a Dios algo, debemos pensar seriamente cada palabra que salga de nuestra boca, porque no es un compromiso con cualquier persona o cosa, es con El Eterno, porque sin lugar a duda Él lo tomará en cuenta.
Si llegásemos a prometerle, debemos ser conscientes sobre nosotros mismos y nuestra realidad, si seremos o no capaces de honrar nuestra palabra y si consideramos que no, mejor abstengámonos de hacerlo.
Él nos ama tanto, que comprende nuestra humanidad, nuestras debilidades; pues dentro de ese gran amor nos muestra su inmensa misericordia. Si en algún momento has prometido algo y sabes que no vas a cumplirmo, habla con Dios de manera honesta y sincera, arregla con Él las cosas, Él no es un Ser irracional, sino que es un Ser con inmenso amor hacia nosotros que perfectamente comprenderá nuestra situación.
¿Sabes? Al final de todo, cuando hacemos promesas, principalmente aquellas que tienen que ver con algún comportamiento dañino hacia nosotros mismos, si lo cumplimos ¿a quién beneficia? ¿a Dios? Obviamente no, Él es perfecto. Nos beneficia a nosotros mismos a llevar una vida pacífica sin que tengamos problemas como resultado de ese comportamiento que nos daña.
Así que como puedes ver, una vez más Dios nos muestra su inmenso amor, lo creas o no, Él te ama muchísimo y si recurres a Él, sin duda manifestará su favor hacia tí.
Comentarios
Publicar un comentario